
—Líderes y Mingas en Moguá (vereda en Nemocón Cundinamarca, Colombia).
Veamos esta historia protagonizada por manos curtidas, ajadas por el trabajo comunal; que permanecen atrapadas tras las rejas de la ingratitud.
Pero es la fe el traspaso a la esperanza, la persistencia vence toda dificultad y es la única manera de salvar incluso a los esclavos que a bien tienen sus propias cadenas.
Se hacen ejemplo, leyenda viva, que permanece aunque los mismos coterráneos ya incluso disfrutando beneficios alcanzados por estos, sigan con su rostro vuelto; buscando su propio bien como único propósito.
Años de ejemplo que merecerían la admiración; aun así, no es difícil presenciar incluso el voltear de espaldas, que se ponen tapando la luz de la verdad; omitiendo el esfuerzo y la renuncia de los líderes a luchar por sus propias causas, a cambio de ofrecer la batalla a favor de todos.
Líderes comunales de la vereda de Moguá. Se suponen espejos de muchos otros que seguro pasan inadvertidos en tantos sitios de la tierra, —donde hoy reina la indiferencia.
Retrocediendo en el tiempo hallamos por estos caminos a Don Adolfo Rivera, quién desde 1975, cuando fue jubilado por el ferrocarril, se dedicó por completo a liderar diferentes procesos en favor de la comunidad. Así, un día tuvo a bien soñar con que todos en la vereda disfrutaran de agua potable; que llegara hasta sus lomas y hondonadas; este logro se dio al fin por el año de 1998.
Además, de promover la casi imposible misión de la consecución del alumbrado, la energía eléctrica que llegara al sector. El mayor grado de dificultad; bien pareciera extraño, pero fue el protagonizado por los habitantes de la región: no creían, no esperaban, no apostaban ni aportaban; dejando casi solo al líder en la lucha, en las muchas reuniones con la Caja Agraria, entidad que entonces ofreciera un crédito en Asociación (para varios usuarios) y al que este no solo apostó sino que logró obtener, iluminando la vereda en el año de 1978.
© OlgaLú – El viejo Edificio, vereda Moguá, Nemocón.
En el edificio, —llamado así siempre, en su segundo piso, funcionó La Junta de Acción Comunal de Moguá. Por el año 1967, otros líderes comunales como Rafael Gómez, Sebastián Calderón, Guillermo Rodríguez, entre otros, gestionaron el predio donde a punta de Mingas se recolectó para construir la escuela del lugar. —Fue necesario, hasta entonces como era costumbre en las veredas, una pareja de profesores enseñaban; ella a las niñas y él se encargaba de los varones. Este proceso se realizaba en el edificio del ferrocarril, inmueble que por exigencia del gobierno debieron abandonar.
La lucha la dieron, en medio de agreste soledad, sin desconocer incluso fábulas y argucias; inexplicable contenido en la mente de personas que cierran tajantes, la puerta al progreso veredal. Asumiendo un protagonismo opuesto al líder constructor.
El hacer de las Mingas.
Era este el compartir de la comunidad. —Las Mingas
Comenta un habitante de la vereda que pidió reserva:
—«Fueron los tiempos en que la unión hacia la fuerza. Todos trabajábamos juntos; ninguno era más que el otro. No era un trabajo, era una necesidad hecha diversión donde todos cooperábamos».
Era la Minga el producto de la convocatoria que se hiciera a la comunidad con un fin común: se preparaba la tierra para la siembra, se sembraba y se recogía; un día acá, otro allá, pero todos juntos.
—Dice Claudia Rivera Forero:
—«Mi abuelo fue muy luchador, trabajó con el ferrocarril; y sembraba papa, nabo, trigo, cebada, maíz, frijol. Fue un líder comunal. Las Mingas, era lo que él hacía: una reunión para cosechar, sembrar y recoger. Se convocaba a los vecinos y ese día se hacía el almuerzo entre los que asistían. Después se repartía todo entre todos. Recuerdo una frase que repetía mucho mi abuelo: “como el que tiene pierde”, cuando se le perdía una res o algo. Adolfo Rivera era mi abuelo».
—Rosita Forero, comenta: «la gente no quería poner el acueducto, no creían, fue mucha la lucha porque la gente creía que nunca iban a ver llegar el agua, —no querían poner la plata. Vidal Rivera, mi marido lloro del desconsuelo, es que él lucho parejo, pero la gente no tenía fe. Fue una lucha tremenda. Yo recuerdo todo eso».
La Minga es una antigua tradición de trabajo comunitario o colectivo con fines de utilidad social.
Se practica en: Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Ecuador y Colombia. Sin desconocer costumbres similares en Europa.
Son de anotar los valores que se relacionan con la ejecución de la Minga: liderazgo, solidaridad, compañerismo, trabajo en equipo, amor a la tierra, entre otros valores que se trasladan a un cooperar y accionar común que lleva a vencer incluso grandes dificultades que amenacen a una comunidad.
Todo esto sin un líder no sería posible.
Los caminos del tiempo, al compás de los hechos, dan cuenta de los líderes que la comunidad se apresta a invisibilizar.
Quizás la media noche es más luz de lo que creemos. La recompensa radica en un bien que no es terrenal. Y la recibirá cada quién al partir hacia el otro mundo; como aquel día en que un velo de grises nubes envolvió la faz de la vereda de Moguá; para sus cercanos la oscuridad era casi absoluta. Marcharon como sombras, bajo los haces de luz que dejaba dispersos, el líder que se marcha. Se despidió don Adolfo Rivera. Dejó su huella.
Días largos y luminosos, vivirán los lideres invisibles en el más allá. Los demás quizás digamos después:
Me gustaría poder volver al pasado, para revivir la época, en la que alguien me ayudaba y yo no lo sabía.
Genial.
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Buen aporte.
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Gran labor la que haces, escritora de historias.
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